Cuando se consulta un libro de viticultura, especialmente si es antiguo, que trate el tema del número de variedades de vid cultivadas en un determinado territorio, sorprende el elevado número de las mismas que se citan. Sin embargo estas cifras, en la mayoría de los casos, son menores cuando un estudio científico las avala.
Algunos libros mencionan que en España hay alrededor de 3000 variedades distintas, fruto, en la mayoría de los casos, de los más de 3000 nombres que se pueden encontrar. Sin embargo hay que tener en cuenta varios factores que hacen que una variedad aparezca múltiples veces repetidas en ese supuesto listado. En primer lugar las numerosas sinonimias que un cultivar puede presentar. Algunas variedades de vid ampliamente conocidas, como Tinto Fino y Tempranillo, pero cuando la sinonimia no es conocida, puede conducir al error de ser considerada una nueva variedad, como puede suceder con Tintilla de Rota, cultivada en Andalucía, que tras estudios morfológicos, bioquímicos y moleculares se ha comprobado que es sinonimia de Graciano, tan cultivada en La Rioja. En otras ocasiones son las propias diferencias (morfológicas o de comportamiento agronómico) entre clones las que llevan a la confusión de considerarlos como variedades distintas, como sucede con Listán Negro, cultivado en Tenerife, y uno de sus clones, conocido como Forastero Negro, que únicamente después de un estudio científico se constata que se trata de la misma variedad.
Por otro lado, una variedad ampliamente cultivada y conocida en un territorio, puede ser un viduño prácticamente desconocido en otro, donde su cultivo sea casi testimonial, y sean considerados dos cultivares distintos. Esto sucede con Airén cuando se cultiva en las Islas Canarias (denominada Burrablanca). En la Península es una variedad muy conocida y extendida, sin embargo, en Canarias, se encuentra de forma puntual en algunos viñedos. Esta situación de desconocimiento lleva a pensar que se trata de una variedad distinta.
Sí es cierto que, si existe una buena práctica de conservación de variedades de vid, cada vez habrá mayor número de ellas, puesto que van surgiendo nuevos cultivares. En uva de mesa es habitual la realización de nuevos cruces buscando cualidades interesantes (ayudados por la biología molecular, puesto que se conocen la mayoría de los genes que intervienen en los mismos), como puede ser la ausencia de pepitas, el sabor amoscatelado o el color de la uva. En uva de vinificación, es la naturaleza la que se encarga de realizar los cruces espontáneos, sin embargo, como éste no es dirigido, el resultado de una nueva variedad, además de muy largo en el tiempo, puede no ser interesante. Por otro lado, determinadas mutaciones espontáneas, dentro de una planta, pueden generar una nueva variedad, siendo entonces la mano del hombre la encargada de multiplicarla hasta convertirla en una variedad más, como ha sucedido con el Tempranillo Blanco de La Rioja.
Posiblemente el libro más completo publicado en España, respaldado por años de investigación en la caracterización e identificación de variedades de vid sea “Variedades de vid en España”. En él aparecen prácticamente todas las variedades que se cultivan en nuestro país (de mesa, de vinificación y portainjertos); sus descripciones morfológicas, moleculares, características agronómicas y enológicas; las sinonimias y homonimias registradas, y los lugares donde se las conoce bajo un determinado nombre, y es una buena herramienta para aclarar cuantas dudas surjan al respecto.
Bibliografía
Variedades de vid en España, 2011. F. Cabello, J. Ortiz, G. Muñoz, I. Rodríguez-Torres, A. Benito, C. Rubio, S. García, R. Saiz. 489 pp. Ed. Comunidad de Madrid. Madrid.
Ingeniero Técnico Agrícola. UPV.
Colegiado nº: 2413
Especializado en Viticultura.
Gerente de Viveros Barber.